El estudio del desarrollo histórico de los pueblos prehispánicos (amerígenas) es revelador. Éste, hasta el momento de la conquista, se dio con total independencia de los acontecimientos del llamado “viejo mundo”. Las civilizaciones de Mesoamérica y el imperio Inca son ejemplo de estados “primigenios” y como tales, demuestran que el desarrollo histórico no es azaroso y caprichoso sino que la historia se desarrolla en virtud de leyes subyacentes que condicionaron el surgimiento, tanto en el viejo como en el nuevo mundo, de las clases sociales.
DIVISIONES DE LA PREHISTORIA AMERICANA
La historia de los pueblos “amerígenas” mesoamericanos se divide normalmente en periodo prehistórico e histórico. El primero comprende desde la llegada del homo sapiens al continente americano hasta la formación de la cultura Olmeca. A su vez el periodo prehistórico se divide en tres periodos. El “Paleoindio”, que comprende la etapa en la cual los “primeros americanos” subsistían mediante la caza de grandes presas y la recolección. El periodo arcaico, que geológicamente comprende el final del Pleistoceno, crisis climática a nivel global que implicó la extinción de los grandes animales de caza y obligó al hombre prehistórico a cambiar su modo de subsistencia orientándose a la caza de “pequeñas presas” en climas boscosos, fluviales y marítimos. Ésta etapa, que a nivel global se le conoce como mesolítico, representa una condición preparatoria para la última etapa de la prehistoria conocida como revolución neolítica y que para efectos del estudio de la prehistoria americana se conoce como “periodo formativo” donde se descubre la agricultura y se domestican los primeros animales.

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